La última contraseña del curso y de Miguel Hernández es el comienzo de su famosa "Nanas de la cebolla". Cuando Miguel estaba en la cárcel recibió una carta de su mujer, Josefina, en la que le contaba lo mal que lo estaban pasando ella y su hijo pequeño, que sólo comian pan y cebolla. Entonces Miguel escribió esta bellísima composición poética, que comienza así:
En la cuna del hambre
mi niño estaba,
con sangre de cebolla
se amamantaba.
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