Miguel y Josefina tuvieron su primer niño en plena guerra, pero sólo vivió 10 meses. Entonces Miguel escribe muchos poemas hablando de la ausencia definitiva de su hijo.
Uno de ellos es éste, en el que cuenta que cuando su niño vivía, su habitación había sido un palomar, donde parecía oírse el arrullo de las palomas.
Uno de ellos es éste, en el que cuenta que cuando su niño vivía, su habitación había sido un palomar, donde parecía oírse el arrullo de las palomas.
Palomar, palomar
derribado, desierto,
sin arrullo por nunca jamás.
MIGUEL HERNÁNDEZ
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